Las travesías se hacen largas, y más en otoño; así que, encerrada en mi camarote, escondida del frío y de la lluvia, una forma de convertir la tarde en un rato divertido y agradable es ¡Preparar unas pastas para la merienda!
Con chocolate, con mermelada, rellenas o espolvoreadas con azúcar glass, lo que es seguro es que la tripulación no deja una viva, que para eso son piratas.
Y, si hay fiesta en cubierta, no hay duda; unas pastas bien presentadas son como poner doblones de oro en la mesa.
Eso sí, a la hora de limpiar la cocina no aparece ni el grumete. En fin, todo sea por mantener alta la moral de la tropa!!!
Una Princesa Pirata
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