La elección de los colores estaba bastante clara; los de la Union Jack, claro. Sí, sí, ya sabéis, la bandera británica, que es tan chula que hasta nombre tiene. Y, en cuanto a símbolos reconocibles, ningún problema. Los ingleses tienen más que de sobra, que son muy suyos y muy tradicionales.
Los detalles hay que cuidarlos; cualquier idea loca ayuda a ambientar una fiesta, y la puede hacer mucho más especial. Sólo hay que tener un poco de imaginación!
El postre no puede faltar, y una tarta no es suficiente para una pandilla tan dulce, así que, mejor, dos; tarta de caramelo y tarta Guinness (sí, la cerveza, que es, también, muy británica, ella).
Aquí no nos gustan las despedidas; ni definitivas ni provisionales. Nos gusta tener el barco atestado de gente, de nuestra gente, y tenemos camarotes de sobra. Pero, como el viento no siempre sopla a favor y cada cual debe buscar su propio mapa del tesoro, nada como una despedida cálida y deliciosa para que, mientras agitamos los pañuelos desde la cubierta, lo hagamos con una sonrisa en los labios.
Una Princesa Pirata